LA SITUACIÓN PERUANA TRAS EL GOLPE DE BOLUARTE

El derrocamiento del presidente Castillo condujo al desarrollo de una dictadura neoliberal en Perú.

Luego de ocho meses de usurpación del gobierno por parte de Dina Boluarte, si las cosas continúan así, el futuro del Perú y del pueblo peruano estará en riesgo. El 7 de diciembre de 2022, tras la destitución de Pedro Castillo, Dina Boluarte, su vicepresidenta, asumió el gobierno de Perú, legitimada por el Congreso y con el beneplácito de la gran burguesía. Usurpa la silla presidencial con el objetivo de aplastar la lucha popular y así garantizar la continuidad del modelo neoliberal.

El pueblo peruano salió a las calles en respuesta al gobierno autoritario. Entre diciembre y marzo, Perú atravesó una crisis multidimensional y la Policía Nacional, junto al Ejército al mando de Dina, reprimieron brutalmente las manifestaciones, dejando un saldo de 70 muertos.

En julio hubo una nueva jornada de lucha, pero ahora con un nuevo elemento, un paso importante hacia la unidad, tan necesaria para la lucha: el Comité Nacional Unificado de Lucha del Perú (Conulp). Es una organización que surgió al calor de la lucha, representando a las regiones del sur ya la Asamblea Nacional de los Pueblos (ANP). Un frente único en el que la CGTP, los sindicatos, algunas fuerzas de izquierda, etc. Estos dos espacios se unieron y convocaron a un I Encuentro Nacional, entre los días 1 y 2 de julio, al que asistieron alrededor de 750 delegados de diferentes provincias.

Luego de debates y discusiones, se acordó una plataforma política, en la que las consignas centrales fueron la destitución del gobierno usurpador, la destitución del Congreso y de una Asamblea Constituyente, el juicio y castigo de los asesinos y la reparación de las víctimas, con la libertad de todos los presos políticos, incluso de Pedro Castillo.

Pero el desgaste de meses de movilización, la burocracia sindical y la concertación entre los distintos sectores de la derecha constituyeron un desafío para el movimiento popular y la resistencia peruana. ¿Se mantendrá Dina en la presidencia hasta 2026? ¿Caerá por la fuerza de las calles u otro golpe de las mismas élites que allí lo pondrán? ¿Podrá Dina solucionar los graves problemas sociales o volverá el pueblo a las calles, con más fuerza?

Castillo, Boluarte y la lucha del pueblo peruano

El Perú es un país en crisis, con inestabilidad política, crisis económica, crisis ambiental y alimentaria. Como en muchos otros países de la región, el colapso y fracaso del modelo económico neoliberal llevó a la mayoría a una situación de multicrisis. Como resultado, ahora tenemos un país sin rumbo ni futuro.

En 2022, el 47% de los hogares peruanos se encontraban en inseguridad alimentaria. En 2023, la situación es mucho peor. En otras palabras, una de cada tres personas dejará de comer una vez al día. Ese es un número aterrador.

Esta situación se ha agravado en los años posteriores a la pandemia. Las condiciones que estamos viviendo en 2022, con inflación, falta de empleo e inseguridad política, han empeorado las existentes. Ese año, el 47% de las familias peruanas padecía este contexto de inseguridad alimentaria. En 2023, la situación se ve agravada por el aumento de la inflación, los precios de los alimentos, la falta de recuperación del empleo y el ciclo negativo de la economía. Estos factores tienden a agravarse con los fenómenos meteorológicos que provocan destrucción y muerte.

Expectativa de cambio con Castillo y cómo gana apoyo popular

Ante un país que se encaminaba hacia la barbarie, en 2021 se realizaron las elecciones generales. Una parte de la población ha entrado en un proceso de ruptura con los partidos tradicionales. Junto a una crisis que no sería resuelta por la derecha, se generó una fuerte polarización que cada día se agudizaba. El movimiento social, que luchaba por sus reivindicaciones, al mismo tiempo, contra la corrupción, busca una salida a la crisis, y creció la necesidad de una Nueva Constitución.

En la campaña electoral, la figura del candidato Pedro Castillo iba surgiendo de menos a más y, para una parte de la población, sobre todo en el Perú profundo, iba creciendo como una luz al final del túnel; la gran oportunidad de avanzar en un proceso de cambios necesarios para mejorar la situación de millones y, sobre todo, para hacer realidad una salida constituyente y enterrar la Constitución fujimorista.

Tras una campaña electoral con mensaje progresista, cobró fuerza en los sectores más humildes y abandonados, y así llegó a la segunda vuelta, donde se enfrentaría a Keiko Fujimori, la ultraderecha y no un partido político, sino una organización criminal. . Por otro lado, el “profesor” trajo una correlación importante. En los resultados de la segunda vuelta, Castillo lidera con el 50,12%, lo que representa 8.835.579 votos; mientras que Fujimori obtuvo el 49,87%, equivalente a 8.791.521 votos.

Pedro Castillo es un líder del sindicato de maestros. En 2017 encabezó un paro de la categoría por 60 días, a pesar de no contar con el apoyo del sindicato oficial SUTEP, encabezado por Patria Roja (PR). Castillo llegó a Lima con 40 profesores de muchas provincias y acamparon en la Plaza San Martín durante 60 días. Esta lucha convirtió a Castillo en un referente para sus compañeros, y también se ganó la simpatía de un sector de la población. Por eso, además de ser un maestro rural, domina el quechua del Perú profundo, el campo y los más desposeídos le dieron el voto de la esperanza frente a los partidos tradicionales de la modelo y la derecha.

La derecha le declaró la guerra apenas Castillo superó a Keiko, pues vio que se abría la oportunidad de cambio y que peligraban los intereses económicos de sus socios en la Confiep. Hubo varios intentos del fujimorismo y la derecha para impedir que asumiera el cargo, como acusaciones de fraude, apelación a los militares, ir a la OEA y montar un gran espectáculo. La continuación de esta guerra estuvo en el Congreso, bloqueando cualquier intento de reforma, sobre todo no permitiendo la aprobación del referéndum para que la población decidiera democráticamente si acordaba o no una Asamblea Constituyente.

La derecha del Congreso se dedicó a cuestionar a funcionarios del gabinete de Castillo, con el objetivo de destituirlo y, en año y medio, presentó tres mociones de destitución, las dos primeras frustradas por la movilización popular que luchaba por su voto en Castillo que se respete.

La esperanza del cambio parecía estar cada vez más cerca, el apoyo a Castillo se movilizó en las calles, se conformó el Frente por la Democracia y la Gobernabilidad -que agrupaba a muchas organizaciones sociales y diferentes fuerzas de izquierda- dispuestos a luchar junto al “profesor” .construir un Perú diferente, con oportunidades, justicia, trabajo digno, educación, salud, etc.

Una esperanza que se desvanece

Castillo, ya en la presidencia, se enfrentó a un dilema: avanzar con los cambios propuestos junto al pueblo organizado o adaptarse al régimen. Termina capitulando, cediendo a la derecha y convirtiéndose en un gobierno más que defrauda al pueblo. Así, las esperanzas de cambio se desvanecieron nuevamente y Castillo se volvió cada vez más a la derecha, tratando de obtener el consentimiento del ala para gobernar en paz y armonía con los sectores conservadores, lo que lo llevó a ceder cada vez más, dejando de lado el programa de cambio que quedó plasmado en el plan bicentenario.

Los cuatro gabinetes diferentes que presentó Castillo, integrados por algunos políticos sin capacidad, solo demostraron que la orientación de este gobierno era la continuidad neoliberal, y es imposible hacer cambios estructurales con cabilderos neoliberales, como los dos últimos ministros de Economía, Oscar Graham y Kurt Burneo.

Otro aspecto negativo fue que se rodeó de funcionarios corruptos con antecedentes verificables y, a pesar de las sugerencias de que debería eliminarlos, no lo hizo. Hasta el día de hoy, no hay evidencia de que Castillo haya tocado dinero de la corrupción, pero está claro que lo dejó pasar sabiendo que existía.

Así transcurrió un año y medio con una crisis que creció como una bola de nieve. Las exigencias que prometió implementar sin medir las posibilidades de nunca cumplirlas, así como las propuestas electorales, quedaron congeladas; y el programa de seis puntos acordado entre Castillo y Nuevo Perú para concretar el apoyo seguramente se ha quedado en algún cajón del escritorio.

A medida que avanzaba la crisis y se postergaban las demandas populares, la luna de miel entre Castillo y el pueblo comenzó a desvanecerse, e incluso hubo huelgas y manifestaciones contra el gobierno exigiendo que se resolvieran sus problemas. Un año y medio en el cargo, y la famosa frase “palabra del maestro” era solo eso, una frase. El ataque permanente de la derecha con el objetivo de sacar a Castillo de su cargo, con las desastrosas y equivocadas decisiones de la “docencia”, queriendo demostrar que los intereses económicos de las grandes empresas no estaban en riesgo y, así, poder permanecer en el gobierno , fue la estrategia que empujó a Castillo lejos de las bases ya una crisis permanente.

Tercera moción de vacante y el fatídico 7 de diciembre

La derecha en el Congreso, con argumentos absurdos, presentó la tercera moción para destituir a Castillo, pero hasta el 7 de diciembre, día en que se realizaría la votación en el pleno del Congreso, la derecha no contaba con los votos suficientes. Y ese también fue el día en que Castillo les dio una mano amiga para que la ultraderecha pudiera lograr su objetivo. Al mismo tiempo, se convocó una movilización popular contra la destitución del presidente. Vale la pena mencionar que las principales razones de esta movilización ya no eran para apoyar al gobierno, como había sido el caso en los dos intentos anteriores de juicio político. La preocupación era que si quitaban a Castillo vendría algo peor, la derecha reaccionaria y racista ocuparía el gobierno, escenario negativo para el movimiento social.

Y ese día, horas antes de la movilización, el presidente Pedro Castillo propuso el cierre del Congreso, solo, sin articulación, desastroso como había sido todo su gobierno. Una medida que cambió la situación en el Congreso, ya que, dentro de las reglas del régimen, la maniobra fue considerada un golpe de Estado. Esto provocó que un sector de congresistas cambiara de posición en la votación de la moción y lograra un número suficiente de votos para aprobar la vacante.

Días antes, la viceministra de Castillo, Dina Boluarte, que había jurado lealtad a su presidente, rompió con él tras llegar a un acuerdo con la derecha, en el que obtuvo apoyo para asumir su cargo. Fue una buena táctica usar a Boluarte como un caballo de Troya, para tomar el gobierno y convertirse en un títere al servicio del golpe de Estado. Tras el intento de cierre del Congreso, el Poder Judicial ordenó la detención de Castillo, y allí permanece hasta el día de hoy.

Comienza un proceso político y de violencia estatal

La gran mayoría de la población entiende la gran amenaza de este nuevo cambio en el tablero político; el sector político más reaccionario, racista y autoritario, con una marcada veta fascista, está detrás de la figura de Boluarte. De esta forma, este sector puede avanzar en su principal objetivo: ser el propio gobierno sin intermediarios. Muy probablemente Keiko Fujimori sería la candidata del gran capital y la derecha reaccionaria. Para ello buscan tomar el control de las instituciones, principalmente el JNE, el Poder Judicial, el TC y la Defensoría Pública.

Sin embargo, del lado del movimiento popular se inició un proceso de lucha y movilización en la región macrosur y en el centro del Perú, principalmente en Puno, que se convirtió en la vanguardia del proceso, exigiendo la renuncia de Boluarte, la clausura del Congreso y un referéndum para una asamblea constituyente.

La respuesta del gobierno fue con mano de hierro, una represión brutal de las manifestaciones. Con el claro objetivo de aplastar la lucha del pueblo y sus esperanzas de cambio, las Fuerzas Armadas y la policía de Boluarte asesinaron a cerca de 70 hermanos y hermanas. La masacre de Juliaca fue el hecho más repugnante, con 18 muertos en un día quedará en la memoria colectiva como los casos de Cantuta y Barrios Altos. Boluarte, que pretendía convertirse en la primera mujer presidenta, será recordada como la asesina de 70 hermanos.

En el proceso, al calor de la movilización, las consignas se hicieron cada vez más claras. Rara vez hubo un consenso nacional sobre el sistema consigna, y se convirtió en un proceso político y democrático, exigiendo “Fora Boluarte”, el cierre del Congreso y una Asamblea Constituyente como salidas a la crisis. Se agregaron algunas consignas más, como reparación a los familiares de los asesinados, libertad a los presos políticos y castigo a los asesinos.

Durante los meses de enero, febrero y marzo, Lima fue el epicentro del proceso. Los hermanos del Sur recibieron la simpatía y el apoyo de la izquierda y de organizaciones progresistas, como Nuevo Perú, que instaló su sede para albergar a los hermanos. Fue el único partido que cobijó a sus compañeros y que, día tras día, brindó más de 3.000 almuerzos, gracias al llamado solidario realizado a través de donaciones.

Hubo dos oleadas de enfrentamientos en Lima en los primeros meses de 2023. El intenso calor no detuvo las marchas, incluidas las marchas de sacrificio Huaycan-Lima, pero la falta de unidad en un cuerpo para liderar la lucha fue un factor que contribuyó a el fracaso en derrocar al gobierno de Boluarte. Y del lado del gobierno, las Fuerzas Armadas, el PNP, la derecha del Congreso, el gran capital y el imperialismo cerraron filas en defensa del régimen y de la Constitución de 1993.

Y así fue como terminaron las dos primeras oleadas. El proceso se tomó un respiro para recuperar fuerzas pero, sobre todo, para sacar conclusiones y tener la claridad que le faltaba. Desde la región sur se formó el Comando Nacional Unitario de Lucha del Perú (Conulp).

“3ra toma de Lima”

Luego de unos meses, y luego de discutir los balances de las dos primeras olas de lucha en diferentes espacios y en todos los sectores -con excepción de los sectarios- terminaron llegando a una conclusión: se necesita la más amplia unidad en la organicidad y en las calles. . Se dio un paso importante en la búsqueda de esta unidad tan necesaria: la ANP y Conulp unieron esfuerzos y convocaron el 1 y 2 de julio al primer encuentro nacional, en el que se reunieron delegados de muchas provincias del Perú y acordaron las consignas políticas y también un plataforma social

En la reunión hubo puntos de desacuerdo con un sector minoritario, que planteó la reelección de Pedro Castillo sin un argumento político fuerte, y el otro, en contradicción con el primero, fue la anticipación de elecciones. Ambas consignas no fueron incluidas y se decidió bajarlas para su discusión en las bases.

Los acuerdos de la asamblea son:

  • Convocatoria para una “3 toma de Lima” para el 19J.
  • FUERA BOLUARTE
  • CLAUSURA DEL CONGRESO
  • REFERÉNDUM PARA UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
  • PREPARACIÓN A LAS FAMILIAS DE LOS HERMANOS ASESINADOS Y LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS
  • DETENCIÓN DE LOS RESPONSABLES DE LOS ASESINATOS

A medida que se acercaba el 19 de julio, el gobierno y los medios de comunicación de derecha lanzaron una campaña de terror y amenazas de más muertes. A pesar de esto, el 19 fue un día de lucha impresionante, llegaron a Lima muchas delegaciones de provincias; en muchas provincias también hubo acciones de lucha, siendo Lima el epicentro. Hubo una fuerte movilización en la que se sumaron activamente diferentes sectores que no formaban parte de los primeros meses de movilización.

Fue una manifestación de repudio a Boluarte y al Congreso, un golpe muy fuerte contra el gobierno. En este momento, el proceso sigue abierto y hay al menos dos escenarios. Lo que está en juego en este proceso es el futuro del Perú: o se consolida un gobierno reaccionario con rasgos fascistas o avanzamos en un proceso de cambios estructurales.

Nuevo Perú y el vacío de liderazgo

Los gobiernos nefastos de los últimos 30 años, con permanente abuso y explotación, generaron una erosión de los partidos políticos, lo que derivó en 2020 en la explosiva y masiva movilización contra el golpe de Manuel Merino, que duró apenas cinco días después de su toma de posesión como presidente. . Este fue el comienzo de un proceso de ruptura con los partidos tradicionales. Sumado a esto, la traición de Ollanta, el derechismo de Pedro Castillo, y luego de la capitulación del cerronismo en el Congreso, el tema de la construcción y la influencia también se convirtió en un desafío para la izquierda. Por el momento, la única organización nacional con un programa de transición, donde se puede construir, es Nuevo Perú (NP).

El PN sigue siendo un espacio que puede avanzar en ser un referente. Nuestra corriente dentro de ella está librando una batalla para evitar que el rumbo y la estrategia cambien.

Estamos cerca de alcanzar la legalidad. Es un hecho político de gran importancia y trascendencia. Es casi imposible que un partido obtenga la legalidad en el Perú, más un partido que no forma parte del régimen político, con 40 000 afiliados, 80 comités locales en los distritos.

Nuevo Perú ya superó los requisitos del JNE, que es llegar a más de 30,000 afiliados, y logramos consolidar comités en 40 distritos. Tener a Veronika Mendoza como vocera principal es una ventaja favorable. Veronika es psicóloga y antropóloga y en las últimas elecciones obtuvo el 7,9% de los votos con un programa de reformas que, entre otras cosas, incluye medidas antineoliberales y de independencia del imperialismo, allanando el camino a la lucha anticapitalista en Perú. De hecho, el proceso de movilización contribuyó a obtener la legalidad del Nuevo Perú y este puede ser un referente para miles de trabajadores, jóvenes y campesinos de todo el país. El logro de su legalidad será un paso importante frente a los desafíos impuestos a la izquierda peruana.

Corriente Súmate

Desde el principio, hemos estado impulsando este proceso para derrocar a Boluarte y sus aliados en el Congreso. La lucha básica del pueblo peruano va más allá de exigir la salida de Boluarte, el asesino y títere de la derecha. La lucha del pueblo peruano es contra el modelo económico y el sistema capitalista que está arrastrando al mundo a un abismo.

Necesitamos ser conscientes de lo que estamos enfrentando para prepararnos para un proceso a largo plazo. Al mismo tiempo, una tarea en el fragor de la lucha es construir un instrumento político independiente del régimen y sus partidos, que rompa con el modelo y, junto al pueblo organizado, decida el futuro de nuestra nación.

Escriben:

Antonio Neto es geógrafo, profesor y miembro de la comisión internacional MES

Jorge Escalante es sociólogo, líder nacional de las corrientes de Súmate y Nuevo Perú