EL FORO DE DAVOS 2022 Y LOS DILEMAS DE LA ACTUAL COYUNTURA POLÍTICA INTERNACIONAL
El sistema de coordinación establecido desde la posguerra de la Segunda Guerra Mundial enfrenta los mayores retos globales en la era de las turbulencias: la guerra de Ucrania, una crisis alimentaria global, el cambio climático y una posible recesión económica mundial, temas que marcaron las deliberaciones.
Escribe: Daniel Libreros (*), 06/06/2022.
Creado desde 1971 por iniciativa del economista alemán Klaus M. Schwab, el Foro Económico Mundial, también conocido como Foro de Davos, ha posibilitado congregar desde entonces a grandes empresarios, banqueros y representantes políticos de los Estados en los que se concentra la mayor parte de la riqueza mundial. Esto le ha permitido convertirse en la “voz autorizada” del gran capital corporativo sobre los temas de actualidad.
La reciente reunión, la 51, realizada en días pasados, contó con la presencia de 2.500 líderes de todo el planeta y fue titulada “Historia en un punto de inflexión: Políticas gubernamentales y estrategias empresariales”. Rusia fue vetada y China justificó su ausencia por la persistencia de la pandemia en su territorio.
La escogencia del título no fue casual. En la inauguración del evento el mismo Schwab insistió en la necesidad de recuperar la confianza en la acción colectiva.
La guerra de Ucrania ha agravado los problemas acumulados durante la pandemia. En primer lugar, en el mercado energético; la reducción de las exportaciones rusas ha afectado de manera considerable los precios de los combustibles fósiles y de la electricidad, principalmente en Europa. Este mismo bloqueo exportador ha reducido el mercado de cereales y el de fertilizantes.
Estimaciones de expertos apuntan a unos 25-30 millones de toneladas de grano disponibles, pero bloqueados en Ucrania. Esto es el equivalente a la cantidad de trigo y maíz que importan en un año el medio centenar de países agrupados por la ONU en la categoría de “menos desarrollados”.
Este colapso del sistema alimentario transnacional condena a millones de personas a padecer hambre. Un informe reciente de Naciones Unidas, titulado “Reporte global de la crisis alimentaria”, indica que el número de personas en situación crítica en el medio centenar de países más expuestos pasó de 155 millones en 2020 a 193 millones en 2021.
Debe agregarse que en el informe aún no están contabilizados los efectos de la guerra de Ucrania, particularmente la inflación en el precio de los alimentos que ha desatado en los últimos meses .
En este aspecto, un dato relevante lo indica el Banco Mundial: “por cada aumento en un punto porcentual en el precio de los alimentos, 10 millones de personas caen en situación de extrema pobreza”.
Lo anterior significa que con la actual inflación de precios de alimentos el aumento desbordado de la pobreza casi que se puede caracterizar como una nueva pandemia.
Guerra y riesgo de recesión internacional
Otro tema que se discutió fue el de la crisis económica internacional. Al respecto, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, reconoció que desde abril esta institución rebajó las proyecciones de crecimiento de la economía mundial al 3,6 %, un porcentaje inferior en 0,8 % a las proyecciones anteriores.
También compartió el ánimo pesimista que circuló durante las reuniones. “El horizonte se ha oscurecido y a la guerra se han sumado las consecuencias económicas de los confinamientos en China, así como el endurecimiento de la política monetaria en muchos países –incluido Estados Unidos– ante la elevada inflación”. Agregó que si bien aún no estamos en presencia de una recesión internacional, esa posibilidad no está descartada.
No se refirió al problema del endeudamiento generalizado que hoy atraviesa la economía internacional y que, de lejos, ya es mayor que el de la producción mundial de bienes y servicios, y que afecta particularmente a los países dependientes.
Éric Toussaint, portavoz de la red internacional del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM) señala en un informe que un grupo de 73 países de ingresos bajos y medianos tendrá que pagar en 2022 unos 35.000 millones de dólares a prestamistas oficiales bilaterales y del sector privado, un 45 % más que en 2020.
Asegura que esto evidencia que los países más pobres del mundo se enfrentan a un aumento de casi 11.000 millones de dólares en los pagos de la deuda este año, después de que muchos rechazaran el Plan 2020 del FMI y el Banco Mundial vinculado a nuevos condicionamientos.
Según datos del Instituto de Finanzas Internacionales, los Gobiernos y las empresas de los países de bajos y medianos ingresos emitieron obligaciones por un valor de alrededor de 300.000 millones de dólares cada año en 2020 y 2021, es decir, más de un tercio de los niveles previos a la pandemia.
Tales exigencias crediticias conllevan planes de ajuste que deterioran aún más las condiciones de vida de las poblaciones en la periferia sin que el FMI apunte a una política diferente.
Tecnología y servicios digitales entre los que más contaminan
La crisis climática que –como vienen insistiendo los informes del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas– produce consecuencias cada vez más graves para la vida en el planeta ha terminado por convertirse en un tema de obligatoria discusión en escenarios como este tipo de eventos.
La propuesta que vienen agenciando representantes del gran capital ubicados en el negocio de las telecomunicaciones y la electroinformática es la de acompañar la digitalización con la transición verde.
En una de las mesas redondas en la que se discutió el tema, José María Álvarez Pallete, presidente de Telefónica, ratificó la disposición de su sector a invertir “en el despliegue de las infraestructuras de nueva generación, tanto de 5G como de fibra óptica, en el continente europeo”, como parte de los compromisos hacia la transición energética, por cuanto, “las tecnologías y los servicios digitales tienen capacidad para reducir las emisiones mundiales entre un 15 y un 35 % para 2030” y llamó a las autoridades políticas presentes a que acompañaran este proceso inversionista.
Pero esta opción ha sido discutida por el movimiento ecologista como no viable. “El mundo digital no es para nada ‘limpio’, la industria emplea grandes cantidades de energía y materiales y genera cantidades ingentes de desechos. Hoy, más del 4 % de los gases de efecto invernadero (GEI) los generan estas tecnologías”.
Investigadores de The Shift Project han evidenciado que los teléfonos, ordenadores, servidores, routers y televisores inteligentes están calentando más el planeta que toda la aviación civil junta, y con un crecimiento rapidísimo (el consumo energético del sector está creciendo a un inaudito ritmo del 9 % anual).
Alemania despierta como potencia militar
La clausura del Foro estuvo a cargo del canciller alemán Olaf Scholz, quien además de ratificar las difíciles condiciones económicas y sociales se focalizó en los dilemas de la geopolítica internacional. Alemania, anotó, ha dejado de ser un socio secundario en el sistema de defensa mundial, y ahora, después de la invasión de Rusia a Europa, ha despertado como potencia militar.
Por primera vez desde la fundación de la OTAN, hace 73 años, Alemania le está suministrando armas a un país extranjero –Ucrania–; el “mundo democrático”, agregó, no puede permitir que Vladimir Putin gane esta guerra. Además, Suecia y Finlandia serán miembros de la Unidad Europea.
Luego cerró su intervención con un saludo a la “multipolaridad”, al nuevo sistema de relaciones internacionales que se está construyendo y en el que aparecerán nuevos “gigantes emergentes” como Brasil, Indonesia y México, que serán países “tipo primer mundo” en 2050.
Se podría afirmar que Olaf Scholz ha reconocido públicamente que Alemania optó por ejercer un militarismo propio (de hecho triplicó el presupuesto militar en los últimos meses) en un entorno de relaciones internacionales que asume como multipolar y en el que aspira jugar un papel de primer orden con el conjunto de la Unión Europea.
El Foro no produjo un documento de conclusiones en parte porque no discutió propuestas innovadoras, y en parte porque las tensiones expresadas en la geopolítica internacional lo impedían.
El Foro no produjo un documento de conclusiones en parte porque no discutió propuestas innovadoras, y en parte porque las tensiones expresadas en la geopolítica internacional lo impedían.
La presencia de Iván Duque en Davos
El presidente Iván Duque participó en varias de las reuniones programadas en el Foro Económico Mundial, en las cuales se dedicó a ofrecer las ventajas del país para articularse al negocio de los “mercados verdes”, obviamente escondiendo el asesinato continuo de líderes ambientales y el “boicoteo” parlamentario de la bancada del Centro Democrático a la aprobación del Tratado de Escazú.
“Colombia tiene el 50 % de su territorio en selva tropical húmeda, 35 % en la Amazonia, 52 % de los páramos del planeta, 900.000 km2 de litoral marítimo y solo emitimos el 0,6 % de todas las emisiones globales de efecto invernadero”, repitió en cada una de sus presentaciones públicas.
Dichas participaciones las que acompañó con el lobby a personalidades con capacidad de decisión en la política internacional –como Xavier Bettel, primer ministro de Luxemburgo; Maimunah Mohd Sharif, directora ejecutiva de ONU-Hábitat y Achim Steiner, director global del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre otros– y con líderes empresariales –como Richard Gnodde, Dina Powell y Jim Esposito, representantes de Goldman Sachs, por ejemplo– insistiéndoles en las garantías de inversión que ofrece nuestra institucionalidad.
En marzo, el fundador de Amazon, Jeff Bezos, visitó el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, que ha sido definido como un área geográfica estratégica para la inserción del país en mercados verdes.
Han sido muchos los escenarios internacionales en los que se ha hecho el llamado a optimizar este tipo de inversiones como fórmula que posibilite la descarbonización del planeta, y sin embargo hoy existe una mayor circulación de combustibles fósiles y derivados a escala internacional. Una verdadera transición energética exige definiciones políticas que apunten a la desmercantilización de la naturaleza.
(*) Daniel Libreros Caicedo: Profesor de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales Universidad Nacional de Colombia (UNAL).